Mayo de
2013 tiene un significado especial para el autor de este blog. Se cumplen diez
años de la primera vez que seguí, en vivo, este singular fenómeno musical y
televisivo que llamamos Eurovisión.
En el año
de 2003, un sábado – y por azares del destino- sintonicé Televisión Española
para seguir en directo el festival, aquel año, desde Riga, Letonia. Desde
entonces sigo religiosamente todas las noticias relacionadas con el festival, y
en 2011, por primera ocasión, tuve la oportunidad de estar en Düsseldorf,
viviéndolo en vivo. En 2012, me propuse ir a Bakú y lo logré (y no fue fácil en
ningún sentido). Y todo indica que nos veremos en Malmö por tercera ocasión.
Pero más
allá de mi experiencia personal con el festival, aquí les dejo una reflexión
sobre lo que deberíamos esperar de Malmö 2013. La proposición es sencilla.
Espero les agrade.
Malmö 2013: contar una historia.
2012
significó una sacudida para el festival: “Euphoria”, la canción de Loreen, no
solamente arrasó con los puntos en la gran final, sino que se convirtió en un
éxito mundial, que he podido escuchar inclusive aquí, en México, al otro lado
del mundo.
Esto ha
logrado alzar la vara de medición, y elevar los estándares con los que a partir
de este año evaluaremos a las canciones candidatas en el festival. La razón es
sencilla, y los productores suecos de este festival parecen entenderlo tan bien
como lo entendió Loreen hace más de un año: it’s
all about storytelling. Se trata de contar una historia.
Este año, las
canciones que aspiren a ganar, idealmente, no deberán únicamente cumplir
únicamente con los parámetros típicos eurovisivos sobre lo que define “una
buena canción” (¿alguna vez nos pusimos de acuerdo en eso?). No, por el contrario,
las propuestas que realmente tengan el objetivo de llevarse el premio mayor,
deberán contar una historia, y ésta deberá ser una buena historia, y una
historia bien contada (que no es lo mismo). Se trata, pues, de tener una
canción que diga algo, y que lo haga de la mejor manera. Lo que el triunfo de
Suecia el año pasado estableció –esperemos-, es que para ganar se necesita una
propuesta orgánica, integral, donde el intérprete, la canción y la historia
embonen perfectamente en una puesta en escena que transmita un concepto claro.
Y ello no
es fácil de lograr. En años recientes, varias propuestas dieron pasos en esta
dirección más orgánica. Recuerdo, por ejemplo, Is it true? de Yohanna en 2009, y desde luego, Fairytale , de Alexander Rybak ese mismo año, canciones
extraordinarias con un lugar irremplazable en la historia del festival de
Eurovisión. Inclusive, con su sencillez y actitud, Lena presentó una propuesta
completa e integral en Oslo, en 2010. También hubo intentos "fallidos" (en tanto que no fueron bien recibidos por la audiencia), como Rockefeller Street en 2011. Pero todos ellos fueron pequeños avances. En realidad, lo que Loreen logró fue consolidar
esta transición hacia un nuevo festival de Eurovisión donde lo que se busca es
contar muchas historias a través de la música.
Yo mismo,
antes del festival de 2012, pensé que Serbia se alzaría con el triunfo. No es que
dudara de la genialidad de la canción de Loreen, sino que más bien creí que el
público y, sobre todo, los jurados, no votarían por una canción tan poco común
en el festival. “Euphoria” no se salió de los parámetros establecidos, sino que
los rompió e impuso unos nuevos. Lo hizo, además, en un contexto muy
competitivo, porque el festival de 2012 tuvo un gran nivel, y es por eso que,
creo, veremos ahora un festival diferente, que evoluciona en un nuevo rumbo.
La
transición hacia propuestas más orgánicas que cuentan historias no es una idea
mía. La producción sueca ha orientado todos sus esfuerzos para lograr que el
festival de este año funcione bajo este entendido: los artistas serán el centro
del festival, y la música narrará una historia, se buscará enfatizar el concepto
detrás de cada candidatura. Decisiones como que el orden de actuación sea
determinado internamente por la producción para favorecer la fluidez y
estructura del festival, reflejan este nuevo camino que el festival está
tomando. También el anuncio, apenas hoy, de que las postales previas a cada actuación tendrán como
protagonista al representante de cada país (y no el objetivo de atraer visitantes a Suecia), y serán filmadas en el país de cada intérprete, da
testimonio de que este año se busca la integralidad del festival.
Este año,
algunas propuestas –no quiero adelantar muchas de mis opiniones- dan muestra
clara de entender la evolución que el festival está viviendo. Ya no se tratará de
la batalla de “ritmos orientales” contra “baladas festivaleras”, ni de Europa
del Este “robándole” el festival a los países de antaño. Se tratará, espero, de
evolucionar hacia un festival que cuenta historias que conectan con las
audiencias, lo mismo en Tel Aviv que en Londres o en la renuente Roma (donde el festival no es nada popular).
Esas
propuestas con potencial de convertirse en grandes historias –ahí están Noruega
y Dinamarca, como muestra- son a las que más habrá que prestar atención este
año. Cada paso, de aquí al 18 de mayo, es crucial. Muchas canciones tienen
potencial para entender esta lógica y sacar provecho de ella. Mi teoría es que
quienes lo hagan, encontrarán su lugar dentro del festival –que finalmente, es un
producto esencialmente para la televisión-, cobijados por una producción sueca
que quiere mover a Eurovisión en una nueva dirección. Quienes no lo hagan, creo
yo, se verán fuera de lugar.
¿Qué
esperar entonces de Mälmo 2013? Creo que, si todo sale bien, será la primer
edición bajo este nuevo parámetro al que Loreen y la televisión sueca quieren llevar al festival. Lo que habrá que esperar, entonces, es que este festival
sea una muy buena historia, y que ésta sea muy bien contada.
Pancho.